Naomi Watts nos abre las puertas de su nueva casa en Montauk y nos cuenta cuál es el significado de un hogar, y el camino que la ha llevado a encontrarlo.
Fotografías: Christopher Sturman Entrevista: Eléonore Marchand Editora de moda: Kristen Ingersoll
Naomi Watts nos recibe descalza y sin una gota de maquillaje, usando unos leggings azul cielo y un top en conjunto, envuelta en un cárdigan grueso también de color azul.
La actriz de 53 años -quien ha demostrado ser un camaleón a lo largo de su carrera, con una inclinación por personajes enigmáticos e intensos- nos transmite una calidad instantánea y un estilo casual que inmediatamente nos transporta a un inesperado mundo lleno de normalidad. Su casa parece rebosar esa misma calidez. Pisos de roble a todo lo largo contrastan con las paredes blancas, creando un espacio con una sensación rústica y natural.
La cocina completamente renovada se conecta con una sala rodeada de ventanales que tiene una chimenea con piedras de playa.
La adorable casa de cinco habitaciones está adornada con tapetes de fibras naturales, madera pátina y muebles ratán, coleccionados a lo largo de los años provenientes de tiendas de antigüedades, de segunda mano y de sus muchos viajes alrededor del mundo.
Unos toques de color sutilmente interrumpen los tonos neutrales: cojines de lino y mantas provenientes de Turquía y Marruecos; también hay arte adornando las paredes con pinturas e impresiones que se han coleccionado a través de los años; así como una selección de fotos familiares -una mezcla simbiótica cautelosamente curada que revela el lado más íntimo de Watts.
“Tu hogar es una gran parte de tu identidad y autoexpresión”, dice Watts. “Me he dado cuenta que ahora invierto en mi hogar de la misma manera en que solía invertir en mi ropa. Jamás hubiera pensado en gastar dinero en mi jardín cuando tenía 30 años. Mi mamá siempre decía que después de cierta edad, te enfocas en tu jardín. Después de que terminan tus años reproductivos, te da mucha paz y orgullo plantar árboles y flores. Y no estaba equivocada. Constantemente deseas ver algo crecer”.
La mamá de Naomi Watts, Myfanwy Edwards, quien comenzó su carrera como actriz, la inspiró desde joven a impulsar su propia carrera actoral
Posteriormente, Edwards se convirtió en una comerciante de antigüedades y en una diseñadora de vestuarios y ambientaciones, siempre manteniendo una relación cercana con Watts, y también dejando su marca en el diseño de su nueva casa. “Mi madre es una verdadera fuerza creativa”, dice Watts.
“Es diseñadora de interiores. De ahí proviene todo… Aunque no teníamos dinero, nuestra casa estaba decorada de pies a cabeza. Solía comprar y vender antigüedades, y nos llevaba con ella a los mercados de pulgas. Era una aventurera con un gusto muy bohemio y ecléctico. Todo era abrumador e interesando, y creo que por eso busco estéticas más limpias pero siempre tengo la voz de mi madre en mi cabeza para no ser tan monótona. Tiene una frase favorita, ‘sin color no hay alma’, así que las flores, almohadas y texturas son una manera de escucharla”.
La crianza de Watts tuvo sus etapas de inseguridad y turbulencia. Nació en Kent, Inglaterra, y sus padres se divorciaron cuando tenía cuatro años. Tres años más tarde, su papá, Peter Watts -un ingeniero de sonido, y manager de giras de Pink Floyd- falleció por una aparente sobredosis. Watts se mudó múltiples veces dentro de Inglaterra antes de sentar cabeza en Australia cuando tenía 14 años.
“Yo me llevo a mi hogar a donde sea que vaya”, afirma. “Me mudé muchísimas veces y fui a varias escuelas distintas. Siempre estoy en el camino, y así fue como me criaron, lo que tiene sus ventajas y desventajas. Me hace adaptable, pero siempre me siento como si no perteneciera”.
Tal vez esto explica por qué Watts eligió echar raíces en Montauk -cerca de su hermano, el fotógrafo Ben Watts; y de su expareja Liev Schreiber, padre de sus dos hijos, Sasha de 14 años y Kai de 13- y mantener unida a su familia. Colocada en la cima de Montauk, la propiedad captura las vistas del lago, la bahía Fort Pond, y el océano Atlántico, todo esto desde la punta de Long Island, brindándole a Watts una reconfortante proximidad al agua, quien pasó su adolescencia en Australia.
“Lo que me cautivó de esta casa fue la vista al mar. Es tan relajante… y la luz. Me encanta esa sensación reflejante y luminosa. Uno de mis momentos favoritos es estar en la tina y ver el atardecer. Hay una pequeña ventana que captura al sol mientras se oculta… También me siento conectada con la playa”, confiesa. “Me gusta saber que el océano está ahí, olerlo y nadar en él tanto en la mañana como en la tarde”.
Watts, quien se describe como una persona hogareña, típicamente pasa sus fines de semana con familia y amigos cocinando, jugando cartas o juegos de mesa, bebiendo vino al costado de la chimenea -una apreciación por las cosas simples intensamente reforzadas por la pandemia.
“Todos compartimos esos momentos, ¿cierto? Simplemente ocultándonos y convirtiendo nuestro hogar en el lugar más seguro”, dice Watts respecto al encierro. “Por mucho que estuviéramos rodeados de ansiedad y miedo por saber cuándo terminaría, y la soledad ocasionada por estar separados de nuestros seres queridos, las cosas más simples se hicieron incluso más importantes. No hay nada más claro que ese momento donde las distracciones desaparecen. Y tener ese espacio para hacer una pausa con tu familia es verdaderamente importante y un buen recordatorio de que eso es lo que necesitamos para vivir nuestras vidas al máximo”.
En ese entonces, las redes sociales estaban repletas de publicaciones de renovaciones caseras, triunfos culinarios y descubrimientos de nuevos pasatiempos creativos, y Watts no se quedó atrás. “No quería ser solo una espectadora de los hobbies de los demás… No hice mi propia ropa, ni me puse a hornear pan. Pero sí rescaté a un perro”. También le dio una oportunidad a la cerámica, publicando un video en Instagram con la canción Unchained Melody, recordando la película Ghost, y etiquetando a Demi Moore pidiéndole consejos. “Definitivamente no era lo mío”, admite inmediatamente.
Más allá de la cerámica y otros pasatiempos, Watts se mantuvo ocupada en la pandemia tratando de tener su negocio de productos de belleza a flote
Como cofundadora de ONDA Beauty, una marca enfocada en productos ecológicos y sustentables, con tiendas en Sag Harbor, Long Island, TriBeCa, Nueva York y Sydney, Australia, la compañía tuvo que hacer cambios significativos para pasar de tiendas físicas a un negocio predominantemente en línea.
Naomi Watts, quien presentó a las cofundadoras de la marca, Larissa Thomson y Sarah Bryden-Brown, se encargaba originalmente de probar los productos antes de tomar un papel más relevante.
“Aquí estoy, en un punto de mi vida donde están ocurriendo cambios hormonales y mi piel es extremadamente sensible y no tolera muchas cosas”, dice Watts. “Una vez que Larissa me dio a probar estos productos, y pude ver un cambio inmediato, sabía que debía tenerlos todos. Después me di cuenta de que podía ser una valiosa pieza para el negocio para llevarlo al siguiente nivel. Y pues seguimos aquí a pesar de los duros golpes que hemos recibido, como muchos otros negocios tanto grandes como pequeños, durante la pandemia”.
Con una resiliencia similar, Watts ha navegado su carrera actoral, donde en ocasiones pensó en rendirse. “Creo que mi determinación fue lo que me salvó”, dice. “No me gusta fallar. No me importan los pequeños errores, son lecciones y todo el tiempo les digo a mis hijos que cometer errores está bien. Pero debajo de todo esto, tenía una creencia de que este era mi destino”. Después de una década de fallidas audiciones, Naomi Watts tuvo su gran oportunidad cuando fue elegida para protagonizar la película Mulholland Drive de David Lynch.
“La llevaré hasta la tumba”, dice respecto a la gratitud que le tiene a Lynch. “Me siento afortunada de todas las cosas que se alinearon en el momento en que conocí a Davi Lynch. Porque llevaba mucho tiempo tratando de encontrar algo que despegara mi carrera y me había resignado a pensar que seguramente conseguiría uno o dos trabajos al año y que sería como una actriz por contrato”.
Después del éxito de Mulholland Drive, uno de los directores más prometedores de Hollywood buscó a Watts, lo que le consiguió papeles en The Ring de Gore Verbinski, King Kong de Peter Jackson, Eastern Promises de David Cronenberg, y dos nominaciones a los Oscares para mejor actriz por el filme 21 Grams de Alejandro González Iñárritu y The Impossible de J.A. Bayona. Siempre enfocándose en papeles crudos y cargados de emociones, Naomi Watts proyecta cierta vulnerabilidad -un esfuerzo consciente que le ha permitido crecer a través de experiencias catárticas.
“Casi siempre me atraen el duelo y la identidad: Son dos cosas a las que me he aferrado en mi crecimiento”, cuenta Watts. “Identidad, porque siempre estuve en constantes cambios. Así que siempre trataba de encontrar mi camino y maneras de encajar… Y la pena…porque perdí a mi padre cuando era muy pequeña”.
Con tres estrenos en puerta: Goodnight Mommy, Infinite Storm y Lakewood, así como la serie de Netflix, The Watcher, producida por Ryan Murphy, Watts está con una agenda repleta.
“Jamás renunciaré a la actuación”, dice. “Solo la disfruto. Es mi manera de expresarme. Me gustan las dinámicas del set de filmación y el tiempo que compartes con el resto del elenco. Es un proceso creativo y muy similar al de una familia. Por eso disfruto tanto esas experiencias. Siempre hay un grado de disfunción en alguna parte pero encuentro la manera de resolverlo para producir algo juntos. Algo especial que sea significativo para alguien más. Esa es definitivamente una experiencia muy liberadora”.
Conforme anochece y la chimenea se enciende, Naomi Watts parece lista para recargar energías en su hogar, tranquilamente consciente de que hay muchas cosas más en su camino.
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