Marina de Tavira está arrasando con la mitad del 2024, y apenas es el comienzo. La actriz mexicana nominada al Oscar por Roma adora las producciones cinematográficas, pero por sus venas corre la pasión del teatro. Además de las cámaras y los sets —donde ya estuvo este año—, viene un nuevo reto profesional que se estaba cocinando desde hace cinco años (como nos contó personalmente). Este proyecto la tiene más que emocionada y se le ve en la mirada: la adaptación de la obra de teatro de Tennessee Williams, Un Tranvía Llamado Deseo, producida por 25Producción. Además, su faceta poco hablada de moda, donde la tengo que seguir convenciendo de documentar su gran y variado guardarropa.
Marina, has estado involucrada en las entrañas del teatro por mucho tiempo. ¿Qué significa para ti estar en una obra de Tennessee Williams, conociendo el legado de este dramaturgo estadounidense?
Qué linda pregunta, porque sí —para empezar cuando estaba en la escuela, Tennessee Williams fue uno de los dramaturgos que más me apasionó y me lo leí a fondo. Ahora teniendo la oportunidad de encarnar un personaje que ha pasado por una de las mejores actrices que conozo, me emociona mucho. Es como ser parte de una cadena, digamos. La primera actriz fue Jessica Tandy, después fue Vivian Lee (que es la de la película de 1951), y de ahí me sigo con una lista de actrices maravillosas, ¿no? Entonces es un poco ser parte de esa historia y eso me tiene muy feliz.
¿Qué nos puedes decir de tu trabajo con Diego del Río en la adaptación y dirección de la obra?
Diego y yo llevábamos muchísimo tiempo queriendo trabajar juntos. Me invitó a uno de sus primeros trabajos pero no había podido. Ahora lo estoy gozando, de verdad que siento que en Diego hay una persona de teatro (y de cine) que no para de soñar. Es súper entregado en sus horas, sus ensayos —que son desde que empiezan hasta que terminan, con foco total, no hay fugas de energía—. Estoy realmente enamorada de él como actriz, como artista.
Nos habíamos sentado a hablar de esta obra hace cinco años y hasta ahora se está concretando. Lo de los cinco años tiene una bonita anécdota, porque él me buscó antes de la pandemia y me dijo, ‘y ya sé qué obra vamos a hacer juntos, va a ser esta. Pero no la puedo hacer hasta que no encuentre a Stanley, Stanley Kowalski (que es un personaje también muy icónico) y se estoy pensando quién puede ser’. Y un día me habló y me dijo ya lo encontré, es Rodrigo Virago, es un actor de teatro que, efectivamente, tiene una energía que corresponde a la de ese personaje. Como me decía mi maestro Luis de Tavira, los personajes te escogen, hay que aguardarlos, entonces estábamos esperando que apareciera ese personaje.
Y sobre tus compañeros de reparto... ¿qué memorias hiciste con ellos?
Estamos en el proceso todavía, nos vemos todos los días —ya nos enamoramos, todos de todos, en el sentido artístico de la palabra. Andrés Penella está actuando, pero además está haciendo la música, es una composición original —él es un ser maravilloso que toca todos los instrumentos que te puedas imaginar. Hay dos Estelas, Ana Clara Castañón y Astrid Mariel, que se han visto en el reparto de las escenas. En Diego, Diego Santana, Diego Medel... muchos en el reparto, gente de corazón teatrero y con enorme talento.
Como me decía mi maestro Luis de Tavira, los personajes te escogen, hay que aguardarlos, entonces estábamos esperando que apareciera ese personaje.
¿Qué experiencia, recuerdo o debate quieres que el público se lleve o genere con Un tranvía llamado deseo?
Mira, la última vez que la vi en escena fue en la última puesta que hubo en Londres, que era una producción de la Almeida y que luego pasó al West End —espectacular con Paul Mescal entre otros—. Y me sorprendió que tenía una advertencia, o en inglés disclaimer, que decía esta obra contiene alto contenido de violencia doméstica, comentarios misóginos y homofóbicos. Yo dudo mucho que en su momento, cuando la montó Tennessee Williams, hubieran siquiera pensado en poner un disclaimer como ese. Sin embargo, ahora lo ponemos por cómo estamos viendo la realidad de la violencia doméstica, que habla del patriarcado, que habla del machismo y que habla de la homofobia, y sobre todo, también de la salud mental.
Para mí todos esos temas juntos me parece que son urgentes y que tenemos que seguir hablando de esos temas tan actuales. Para decirlo puntualmente, [quiero] que se pregunten sobre la forma en la que la sexualidad de la mujer es juzgada a diferencia de la del hombre. Juzgar a la mujer ha sido históricamente mucho más duro que al hombre.
Ahora fuera del teatro, estuviste en el Festival de cine de Tribeca, para presentar El aroma del pasto recién cortado, ¿qué tal fue la experiencia al estar ahí y además estar con Martin Scorsese?
Fue increíble, nunca había estado en ese festival. Gracias a Roma y a algunas otras películas conocí muchos festivales, pero ese no lo conocía. Y fue increíble porque tiene mucha historia, y que Martin Scorsese sea el productor ejecutivo de esta película, cuando también parece ser como una figura indispensable del paisaje neoyorquino.
Una felicidad tremenda fue una película casi guerrillera en Argentina en un momento donde el cine está teniendo tantas dificultades. Y que fuera reconocida con el con el premio de Mejor Guión es importante —y sí, Martín Scorsese es muy simpático.
¿Qué fue lo más representativo de tu personaje en El aroma del pasto recién cortado, tanto profesional como personalmente para tí?
Bueno, tuve una exigencia profesional muy particular que fue crear un personaje mexicano que llevaba 10 años viviendo en Argentina. Hubo que jugar con la musicalidad del acento, eso fue un reto. Yo era la única mexicana en el reparto. Y bueno, Celina [Murga, la directora] tenía una manera muy cotidiana de aproximarse al cine, como que ella no quería embellecer la realidad. Entonces todo el tiempo te decía, ‘esto no, no te maquilles, péinate así, párate como te pararías normalmente, de ninguna manera te pongas derecha’, porque en la vida cotidiana estamos así, ¿no? O sea, como buscando todos este tipo de maneras de estar más acercados, que no tienen que ver con estilizar nada.
Y pues hice de una mujer [Natalia] que tiene una relación con un estudiante, un tema al que también le tenemos un ojo puesto [como sociedad]. Es una película que tiene perspectiva de género y también de la utilización de cierto rol de poder, pero sin hacer un juicio.
Ahora un poco de moda, ¿cómo defines a Marina de Tavira a través de su clóset?
Híjole, voy guardando muchísimas cosas, entonces se pueden ver todas mis etapas. Incluso tengo prendas de mi adolescencia y primera juventud de los noventas, unas cosas increíbles —unos jeans buenísimos, botas vaqueras, de cuando estudiaba teatro y era más hippie. Ahí se pueden ver todas las Marinas y también piezas hermosas que últimamente me han regalado, en fin.
Un Tranvía Llamado Dese. A partir del 3 de agosto | Funciones de jueves a domingo a las 19:00 horas (funciones especiales 21 y 28 de agosto). Teatro Del Bosque, Julio Castillo.