Adriana de Rivera es el ejemplo de la mujer sofisticada del siglo XXI: filántropa, empresaria y pieza activa de su comunidad.
Audaz para abrirse paso por sí misma y alcanzar cualquier meta sin importar lo compleja que ésta sea, así es Adriana de Rivera, y es que la empresaria colimense de 44 años de edad ha logrado construir un imperio gracias a su buena intuición en el mercado inmobiliario y a la asesoría de un grupo de expertos, entre los que se encuentra su hermano y socio, con quien creó una próspera compañía de bienes raíces, con presencia en nuestro país y en el extranjero, conquistando así el mercado anglosajón con su visión y atención a los detalles.
Una pasión que cambió su destino
Ciudadana del mundo y bon vivant, también esposa y madre, ha formado una hermosa familia con el abogado Horacio Rivera. Lo que en un principio fue solo un deseo de fortalecer su patrimonio familiar, con el tiempo se tornó en una posibilidad con gran futuro. Y es que su sueño comenzó al adquirir la casa de su abuela en su natal Colima, inmueble que le brindó la oportunidad de desarrollar una exitosa carrera en bienes raíces. “Entonces no tenía mucho dinero, pero ahorré lo más que pude junto a mi madre para conseguirlo... En ese momento supe que si me convertía en buena administradora podría aumentar mis ingresos. Me di cuenta de que aquel juego podía convertirse en mi pasión con la ayuda de mi esposo, él fue un gran apoyo”. Así, la futura broker visualizó y materializó sus sueños con disciplina, esfuerzo y dedicación; quizá por ello hoy día insta a las jóvenes a que busquen valerse por sí mismas, tal como ella hizo cuando labró su carrera.
“Las chicas deben prepararse en todos los sentidos, es vital que sean cautelosas con el dinero y que no gasten más de sus ingresos si tienen el firme deseo de independizarse”.
En la actualidad, para la empresaria mexicana y filántropa –brinda apoyo a distintas causas nobles–, no hay nada más importante que dedicar tiempo de calidad a lo que más ama en la vida, y aunque quizá no esté tan presente en todas las áreas que le gustaría, procura involucrarse de modo activo con su familia y trabajo: “No me considero la típica mamá abnegada o la profesionista adicta al trabajo, creo que cada aspecto requiere atención en distintos grados, por eso ofrezco tiempo de calidad, no cantidad. Mis hijos saben que soy incondicional y que siempre que me necesiten estaré para ellos, y en mi negocio también estoy pendiente de cada detalle, no me gusta dejar cabos sueltos. En cuanto a mi esposo, él es mi partner in crime, si bien no estamos todo el tiempo juntos debido a nuestras rigurosas agendas, siempre tenemos muestras de cariño. Lo mismo ocurre con mis niños de las fundaciones y casas de asistencia a las que brindo sustento, estoy en constante comunicación para que no les falte nada”. De este modo, Adriana de Rivera diversifica lo que más atesora: el tiempo, haciéndose cargo de modo personal de lo que le apasiona y le preocupa. Sin duda, es una mujer que inspira.