Titán de la música, madre de dos, magnate por mano propia y la nueva CARA de DIOR J’ADORE

—a veinte años desde su primer single en la cima de las listas de popularidad, es posible que Rihanna haya manifestado su vida de ensueño

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Titán de la música, madre de dos, magnate por mano propia y la nueva CARA de DIOR J’ADORE

Fotografías de LUIS ALBERTO RODRIGUEZ
Styling de CARLOS NAZARIO

Historia de LYNETTE NYLANDER

Son más de las 4:30 de la mañana y Rihanna suelta una carcajada. Acomodada en un sillón giratorio de la sala de un ático poco iluminado de un hotel del centro de Manhattan, me habla de un juego que ella y A$AP Rocky, su pareja desde hace cinco años y padre de sus dos hijos, inventaron al final de un largo viaje por carretera que hicieron durante el apogeo del Covid. Lo llamaron Mickey Mouse, explica, “porque decíamos que íbamos a dar paseos durante horas. Y cada vez, agarrábamos estos cascanueces de Harlem, y decíamos: ‘Cada vez que veamos una rata, tenemos que tomarnos un shot’”. Ella aclara: “No un chupito. Un sorbo del cascanueces. Es como tomarse un chupito o 12, un sorbo de cascanueces solo”. (La bebida, una especialidad veraniega neoyorquina a base de jugo de frutas con sacarina y licor de alta graduación, se llama así porque pega fuerte).

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Gabardina y guantes, DIOR .

Fotografías de LUIS ALBERTO RODRIGUEZ
Styling de CARLOS NAZARIO

Es en ese momento cuando Rocky, como Rihanna le llama cariñosamente, que está completamente vestido y acurrucado dormido en un sofá cercano, se despierta. Rihanna está resplandeciente con un suéter de cachemira azul claro de Ferragamo, pantalones cortos a rayas de su propia línea Savage X Fenty, y adornos de diamantes en espiral y talla cojín en cada dedo. Su pelo, largo y negro con raya al medio, es el complemento perfecto para un rostro maquillado con maestría. “Maldita sea, ¿escuchaste eso desde ahí atrás? Eres un entrometido”, lo regaña con su acento bajanés. Estar en el mundo de Rihanna, aunque sólo sea por un par de horas, es estar completamente encantado, desarmado y acogido sin pretensiones. Es a la vez la fuerza cultural monónima que ha dado forma a tantos momentos imborrables de la música, la moda y la belleza en los últimos 20 años y la persona con la que creas eslóganes de fantasía de Real Housewives mientras tomas una copa de vino. (El suyo: “Los bajans están locos, ¡de nada!”, por si te lo estabas preguntando).

Rihanna, una cálida anfitriona, me pregunta al principio de la entrevista qué deseo tomar. Trato de igualar su energía y pido lo que sea que esté tomando, y ella intenta anticiparse a lo que yo pueda querer. Nos pide un trío infalible: un vaso de agua, vino y un espresso. Su asistente personal nos deja las bebidas y pregunta si queremos algo más. “No se metan en lo que no les importa”, les dice riéndose a su ayudante y a la vicepresidenta de Fenty Corp, Carolyn Girondo, mientras las empuja juguetonamente a las habitaciones. De repente, estamos solas Ri y yo. No hay ningún publicista acechando. No hay ningún manager mirando el reloj para comprobar que no te pasas del tiempo asignado. “No puedo estar controlada así”, dice. “Ya lo hice en los primeros años. Y siempre pienso: ‘¿Estoy dando la respuesta correcta? No me gusta”.

Rihanna ofrece una sincera disculpa por el retraso. Explica que ella y Rocky habían ido esa tarde al Boys & Girls Club de Harlem, donde sorprendieron a los niños con tenis y ropa de sus respectivas colaboraciones con Puma y posaron para las fotos. “Estábamos en la parte alta de la ciudad y Rocky quería comer algo. Fuimos a Melba’s”, dice, refiriéndose al famoso restaurante sureño de comida soul. “Tiene mucho arte negro local. Es una leyenda”. Antes de invitarme a unirme a ella, tuvo que tomar decisiones sobre los nombres de los próximos lanzamientos de su línea Fenty Beauty. Es lógico que su agenda esté repleta mientras la mayoría de la gente duerme. Así es la vida de una magnate y madre de dos hijos cuyo patrimonio neto ha aumentado hasta los $1.4 mil millones de dólares; podría decirse que no hay tiempo para dormir, ya que cada minuto es mucho dinero.

“¿Deberíamos brindar por esta increíble entrevista que va a tener lugar?”, pregunta Rihanna mientras se enciende un porro. Chocamos nuestras copas de vino. “¡Vamos a ello!”, exclama. “Sabes que podríamos hablar durante horas. Sabes que aceptaste una hora, ¡pero podríamos estar aquí hasta las seis de la mañana si hay buena vibra!”.

Lo que encuentro, horas adentro, es una Rihanna que parece estar realmente en paz. Tiene planes para el futuro (sí, eso incluye nueva música), pero también está muy anclada en el presente. Está serenamente satisfecha con lo que está ocurriendo ahora.

Cada dolor, decepción, logro– todo es para ti. Todas tus experiencias te están preparando para el siguiente paso.

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Bodysuit, DIOR

Fotografías de LUIS ALBERTO RODRIGUEZ
Styling de CARLOS NAZARIO

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Bodysuit, DIOR

Fotografías de LUIS ALBERTO RODRIGUEZ
Styling de CARLOS NAZARIO

Ha conseguido un nuevo e importante trabajo como imagen de J’adore, la fragancia estrella de Dior. “Fue muy intimidante”, dice Rihanna, aceptar el trabajo. “Pero me entusiasmó representar a una marca tan histórica, algo que era especial para mí”. Está encantada de ser la acompañante de Rocky en sus diversos premios de moda. Sobre su asistencia a los Fashion Awards de Londres a finales del año pasado, donde Rocky ganó el Premio al Innovador Cultural, dice: “Estuve ahí para apoyar a Rocky por un logro tan increíble... No era mi noche para llevar un vestido de gala”. Está protegiendo su espacio y tomándose tiempo para ser madre. Es un estado que parece ganado a pulso. Imagino que es especialmente difícil de conseguir, dado su nivel de fama y visibilidad, su creciente imperio empresarial y el hecho de tener a sus dos hijos, RZA (en 2022) y Riot (en 2023), en rápida sucesión. “¿Te parece que es ahí donde estás?”. le pregunto, captando su sentido del zen.

“Salud por la claridad”, dice mientras brindamos de nuevo. “Creo que la claridad es una evolución en sí misma. Creo que la gente tiene momentos en los que o bien te hartas de ti mismo, o tienes algo que te altera completamente la mente, o llegas a comprender tu dolor, tu camino. Cuando tienes algo claro, empieza una nueva era en tu vida. Va a ser algo que no entiendas, porque ahora has crecido; ahora estás experimentando cosas nuevas. Y no siempre vas a entender lo que estás experimentando. Tienes dolores de crecimiento. Las cosas son incomodas cuando estas creciendo. Y el diablo siempre te pone a prueba cuando se acerca una recompensa. Sabe que el trofeo está ahí”.

ROBYN RIHANNA FENTY

lanzó su primer sencillo, “Pon de Replay”, en 2005, cuando tenía 17 años. En un año dorado para el pop, dominado por artistas de la talla de Mariah, Missy Elliott y Destiny’s Child, su innato poder de estrella brilló con luz propia. Dos décadas y varias eras después, Rihanna ha ascendido de estrella del pop a superestrella. Su resistencia se debe a su voluntad de atreverse. Se atreve a vestir lo que a los simples mortales les daría demasiado miedo; se atreve a rechazar lo que se cree que una celebridad debe representar; se atreve a tomarse nueve años de descanso de la música porque sabe que no la olvidarán. Y no puede. Ha hecho de la cultura pop un lugar mucho más emocionante.

Pasando revista a una adolescencia pasada bajo los focos, dice: “Tuve muchas dudas. En realidad, después de mi primer disco... las dudas crecían con cada álbum”, recuerda entre resoplidos, mientras su voz desciende hasta convertirse en un suave ronroneo. “En realidad crees que tienes que tener un álbum número uno para tener éxito o para pensar que lo has conseguido o que lo has hecho. Te sientes fracasado si tu álbum no llega al número uno. Así era la música en aquella época”.

“Siempre he tenido miedo de cuánto soy yo frente a lo que me ha influido”, dice sobre la velocidad de su carrera. “Me fui de casa de adolescente y dejé todo lo que conocía: mi familia, mis amigos, mi comida, mi cultura. Y llegué sola a una gran ciudad, y la única opción para mí era ganar. Sabía que tenía que ganar. El sufrimiento que sentí al no formar parte de nada de lo que conocía, sólo había una forma de hacer que mereciera la pena, porque sabía que mi familia también estaba sufriendo sin mí. Así que pensé: ‘No hay manera. Esto tiene que valer la pena’. Y esa fue mi lucha, mi objetivo, mi todo. Todos los días. Sólo pude ver a mi familia en Navidad. Así que me pasé el año yendo por todo hasta que los vi. De niña, podía manejar muchas emociones. Y la única emoción que nunca pude manejar fue la decepción. No sabía dónde ponerla. No sabía en qué casilla poner la palabra decepción, porque era un sentimiento muy desalentador y, de hecho, arrastra muchas emociones a esa casilla. Estás triste, estás enfadado, estás dolido. Y yo no sabía cómo manejar la decepción”.

Su historia no ha estado exenta de decepciones. Rihanna es la artista femenina que más discos ha vendido en el siglo XXI. Tiene siete sencillos con certificación de diamante y 14 números uno en la lista Billboard Hot 100. Ha ganado nueve Grammy, ha sido nominada a un Óscar y ha protagonizado cinco películas. Su actuación en el medio tiempo del Super Bowl fue la segunda más vista de la historia y fue la primera mujer de color en dirigir una casa de moda en LVMH. Está tan presente en el zeitgeist que vendió un millón de unidades en Estados Unidos en 2024 sin haber publicado siquiera un álbum en la década de 2020. Le pregunto si en esas raras ocasiones, cuando llega la decepción, ¿llega con más facilidad? “Lo que sé es que estás labrando tu viaje. Y dolor, decepeción, logro, lo raro, e incómodo– todo es para ti. Todas tus experiencias te están preparando para el siguiente paso. Miro a mi infancia y digo, ‘Oh, Dios mío, Dios ya sabía que esto es lo que mi vida sería. Y si no pasara por esto o si no hiciera aquello o si mi familia no tuviera ese sentido del humor, los comentarios en Internet probablemente herirían mis sentimientos’. Es como si me hubieran preparado para esto desde el principio”. Esta es la eminente posición de una de nuestras últimas celebridades que tienen esa vida de estrella de rock imposible de fingir y la energía que la acompaña. Se pasa la noche en vela y tiene un aspecto increíble. Confróntala en las redes sociales y espera una respuesta, escrita personalmente por la mismísima @badgalriri. (Se apresura a corregirme cuando comento algo sobre su dulzura: “No soy tan dulce, pero soy sincera”, bromea). Es la celebrity favorita de tu celebrity favorita; no hay más que ver los videos virales de Martha Stewart, Natalie Portman y Jennifer Lawrence declarando su admiración.

Unos días antes de nuestro encuentro, Rihanna había estado al lado de Rocky en la entrega de los Fashion Awards de Londres. No era, como ella dijo, su noche para llevar un vestido de gala. En su lugar, lució un abrigo de piel turquesa de Christian Lacroix de otoño de 2002 y un sombrero a juego sacados de los archivos de la marca por su estilista Jahleel Weaver. En Internet, el look suscitó divisiones: la gente lo adoraba o lo detestaba, pero una cosa es segura: Como enfant terrible de la moda, sólo Rihanna podía conseguirlo. “¿Tú crees? Creo que Pam (Anderson) podría, pero lo llevaría más ajustado. No quería llevar un vestido de gala. Simplemente no quería hacerlo. Quiero divertirme. Número uno, no era mi premio. Estaba allí para apoyar a Rocky por un logro tan increíble, y sólo quería estar ahí y divertirme. No era mi noche para llevar toga”. Junto con Rocky, que lució un discreto traje pantalón de Bottega Veneta, los dos robaron el espectáculo. “Había un delantal de cuentas, el sombrero, los guantes, la faja bajo el corsé y, Dios mío, el par de zapatos de tacón de YSL más bonitos. No puedo creer que YSL hiciera esos zapatos. Me encantan”.

Ver a Rihanna hablar (y vestir) de moda es verla cobrar vida de verdad. “¿Qué llevas puesto? Es irreal”, dice de un viejo suéter de Jil Sander que elegí para la entrevista. Su compromiso al servicio de un look no tiene límites. Un tarea cotidiana requiere el mismo nivel de compromiso sartorial que una visita a Giorgio Baldi, un anodino restaurante italiano popular entre los famosos de Los Ángeles. Me pregunto cómo tiene esa energía.

“No tengo”, dice sin rodeos. “No puedo creer que digas eso. Estoy agotada. Estoy cansada. He terminado, lo he superado. A veces sólo tengo hambre. Fui a Giorgio’s la otra noche con mi onesie de Savage. Me decía a mí misma en ese momento: ‘lo único que voy a hacer es ponerme tacones y ya está. Sólo quiero comer. ¿Por qué tengo que vestirme para eso?’ Sólo quiero la comida”.

Sus looks, siempre legendarios, alcanzaron una nueva estratósfera durante su embarazo, cuando ella sola reescribió las normas de estilo para las futuras madres. Durante el embarazo de su primer hijo, lució un vestido babydoll de Dior con el forro desgarrado, que dejaba al descubierto su barriga, y durante el embarazo de su segundo hijo, un vestido Alaïa con arnés de cuero marrón chocolate y un vestido vintage de malla de Jean Paul Gaultier con escote halter sobre un bikini de lentejuelas. Lo que podría haber sido sólo una exhibición de looks increíbles se convirtió en una declaración política transgresora y muy cargada que cambió la conversación sobre el cuerpo de la embarazada –más concretamente, cómo es y cómo debe vestirse–. Ahora, después del parto, todavía está tratando de encontrar su lugar en su nueva realidad. “Siento que vestirme es una lucha en sí misma (ahora)”, explica Rihanna. “Todo es tan... lógico. ¿Qué tiene sentido? ¿Qué es fácil? ¿Qué es rápido? Intento no pensar demasiado en todo eso, pero sales de casa. En cierto modo te impide salir. ¿Cuánta energía tengo que poner en prepararme? ¿Maquillarme, peinarme y luego ir al armario y pensar qué tres cosas de toda esta habitación tienen sentido juntas? Pasas por una niebla. Y la moda es muy divertida, y echo de menos la diversión”. Jawara Alleyne, diseñador jamaicano de las Islas Caimán, ha encontrado en Rihanna a una de sus primeras defensoras. El diseñador, que reside en Londres y que se está haciendo un hueco en el mundo de la moda con sus coloridas camisetas y vestidos cortados, cortados en dados, deconstruidos y unidos con imperdibles, ha creado piezas a medida para la cantante. “Ella tiene la capacidad innata de transformar cualquier cosa que se ponga en una declaración de intenciones, y eso es increíblemente poderoso”, afirma Alleyne. “La gente la ve llevando mis diseños y comprende inmediatamente el valor y la integridad que hay detrás del trabajo. Ella es el epítome de la confianza, la creatividad y la autenticidad, lo que se alinea perfectamente con mi visión como diseñador”.

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Vestido de muselina, DIOR HAUTE COUTURE.

Fotografías de LUIS ALBERTO RODRIGUEZ
Styling de CARLOS NAZARIO

Rihanna reconoce que está “empezando a divertirse de nuevo” a la hora de vestirse. “Ahora estoy empezando a recordar simplemente lo que me encantaba: la yuxtaposición, juntar las cosas que no tienen sentido. Mi moda siempre ha estado impulsada por mi estado de ánimo, y mi estado de ánimo estuvo en modo mamá durante un minuto”.

BASTA CON ECHAR UN VISTAZO

al fondo de pantalla de su teléfono para darse cuenta de que nunca deja de pensar en sus hijos. Fotos de su joven prole iluminan la pantalla. Le pido que me los describa, más allá de los adorables clips que hemos visto en las redes sociales. “RZA es empático”, explica Rihanna. “Es tan mágico. Le encanta la música. Le encanta la melodía. Le encantan los libros. Le encanta el agua. La hora del baño, la natación, la piscina, la playa, cualquier cosa. Y Riot, es divertidísimo. Cuando se despierta, empieza a chillar, a gritar. No llora. Sólo quiere cantar. Y yo digo: ‘¡Bien, aquí vamos!’ ¡Él es mi alarma por la mañana! No acepta un no por respuesta de nadie. No sé de dónde ha salido”, añade, describiendo una personalidad bulliciosa que, por lo que se ve, no se diferencia mucho de la suya. “No digas eso. Espera a conocerle”. El nombre de Riot vino por cortesía de Pharrell Williams, que trabajó con A$AP Rocky en el lanzamiento homónimo de 2023. “Nos puso este nombre pensando que iba a ser una niña, porque había visto algo en internet. Pharrell es muy profundo. No es superficial. Nunca dirá nada y lo dejará ahí con un punto y aparte. Él tendrá toda la historia: la energía, el tiempo, el mes que es”. Explica que RZA luchó con la llegada de un hermanito, “como hacen todos los (nuevos) hermanos, y al principio Riot entendía que su papel era ser el hermano pequeño. Ahora sabe que está al mando”.

Cuando salió a la luz la noticia del embarazo de Rihanna a principios de 2022, era difícil imaginar a dos de los personajes más cool de la música cambiando las salidas a discotecas por Chuck E. Cheese. Rihanna me cuenta que “lo mejor” de Rocky “es verle ser padre. Su pureza. Su encanto. Me molesta porque mis hijos a veces viven más para él que para mí”, dice. “Y yo le digo: ‘¿Sabes quién te cocinó? ¿Sabes quién te llevó a pasear?’. Y ellos le adoran, pero cuando yo lo veo, oh, es lo mejor”. Rocky y Rihanna crecieron juntos en la escena musical. Salieron de fiesta en los mismos clubes, aparecieron en los videos musicales del otro y coquetearon durante una actuación en los VMA de 2012 antes de hacer algo oficial. Cuando finalmente se juntaron en 2019, eran como unos Bonnie y Clyde milenarios, sólo que imposiblemente guapos. Los dos son vistos en los bares de Nueva York tan a menudo como en sus restaurantes más de moda. Ella explica que después de volar desde los Premios de la Moda, cuando ella estaba comprensiblemente lista para ir a la cama, Rocky tenía otras ideas. Primera parada: una visita nocturna al famoso Joe’s Pizza de Nueva York. “Entonces él dijo: ‘Quiero ir a los recreativos’”, y acabaron en Radio, un bar con rocola y uno de los abrevaderos favoritos de la pareja. Y yo estaba en plan: ‘Llevo unas Ugg, sudadera y la cara rota porque me acabo de levantar’”. Están decididos a escapar de la torre de marfil de los famosos, sobre todo en Nueva York (ciudad natal de Rocky), donde pueden reunirse más fácilmente con el público, explica. “Nos gusta comer con la gente. Nos gusta ir de compras con la gente. Nos gusta pasear por la calle con la gente. No me gustan los salones privados. No me gustan las tiendas cerradas. No me gusta la vida de Rapunzel. Es muy aislante y solitario. ¿Y de qué me estoy protegiendo? En realidad estoy permitiendo que la gente dicte el robo de la vida que podría estar viviendo”.

Nos gusta comer con la gente... Nos gusta pasear por la calle con la gente. No me gusta la vida de Rapunzel. Es muy aislante y solitario.

Las fotos de los tabloides en las que aparecen riéndose, cantando en el karaoke y besuqueándose en los bares hacen que parezca que los dos viven como si nadie les estuviera viendo, aunque en realidad lo hagan millones de personas. “Es algo muy importante para nosotros y, de hecho, para él”, señala. “Siempre me recuerda que, por muy duro que sea todo en nuestra vida, en nuestras carreras y como padres, me dice: ‘¿Recuerdas cuando éramos amigos? ¿Recuerdas cuando nos divertíamos como amigos?’”

Tres días después de que Rihanna tuviera a su primer bebé, ya estaba en una llamada de Zoom. “Con mi segundo bebé”, recuerda, “a los tres días de salir del hospital, ya estaba en una reunión en persona con una bata y una barriga que parecía que seguía embarazada”. Ni siquiera los iconos tienen un permiso de maternidad. Pero así de implicada está Rihanna en sus múltiples negocios. “Me importa porque mi nombre está en ellos”, dice. “No quiero que mi nombre represente nada que yo no haya defendido”. Además de todo lo relacionado con Fenty Beauty, que lanzó en 2017 y que se ha ramificado hacia el cuidado de la piel y el pelo, ha ampliado su popular línea Savage X Fenty, que ofrece lencería, pijamas y ropa activa, y ha relanzado Fenty x Puma, su colaboración con el gigante de la ropa deportiva que previamente había estado en pausa desde 2018. Y si Rihanna sigue adelante, hay más: “Quiero hacer muebles. Diseño para el hogar”. Sugiero vino tal vez, un guiño a las fotos de paparazzi dignas de meme de ella llevando copas de vino de la mesa de la cena a casa con ella. “¿Sabes qué?”, se pregunta. “Creo que me dedicaré al vino más adelante en mi vida. Porque respeto el arte de todo esto, y nos gustaría tener nuestro propio viñedo familiar”. Le pregunto por qué cree que tiene el proverbial toque de Midas cuando se trata de sus negocios. ¿Por qué la gente cree en lo que ella vende? “¿Sabe una cosa? Nunca he subestimado al consumidor. Creo que mucha gente lo subestima. Creen que pueden engañarlo y venderle lo que debería ser el ideal de belleza. Y no sé si es la era de las redes sociales o simplemente el tiempo, pero la gente no es tonta. La gente no es ciega a lo que está pasando. Entienden el marketing, entienden la estrategia. Sa- ben cuándo se está siendo falso”.

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Jumpsuit tejido, DIOR.
Zapatos, GIANVITO ROSSI
PEINADO: YUSEF FOR FENTY HAIR; MAQUILLAJE: PRISCILLA ONO; MANICURE: KIM TRUONG PARA APRÉS NAIL; PRODUCCIÓN: DAY INT.; DISEÑO DE SET: PHILIPP HAEMMERLE. AGRADECIMIENTOS ESPECIALES A JEN O’HILL Y FENTY CORP.

Fotografías de LUIS ALBERTO RODRIGUEZ
Styling de CARLOS NAZARIO

“Creo que es porque no lo fuerza. Es ella misma”, reflexiona su colaborador creativo de toda la vida, Willo Perron, con quien trabajó en sus giras mundiales y en los desfiles de moda de Savage X Fenty, así como en su actuación en la Super Bowl de 2023. “Para ella es algo natural y no le preocupa lo que hacen los demás. Se centra en lo que quiere crear y en cómo quiere expresarse. Esa frescura sin esfuerzo viene del hecho de que realmente no tiene que intentarlo. Es innato”.

El trabajo, y mantenerlo al nivel que Rihanna exige, se vuelve más difícil cuando la maternidad se interpone constantemente. Cada compromiso es un cálculo cuidadoso. “Cada decisión que tomo gira en torno a ellos, pero todo lo que hago que me gusta me aleja de ellos”, dice. “Así que tengo un extraño resentimiento con las cosas que amo. Casi sientes que algo siempre está sufriendo para que aparezcas en algún sitio. E incluso cuando apareces ahí, no es al cien por cien porque hay algo más en la rueda. En realidad me ha dado mucho más sentimiento de culpa. No me gusta defraudar a la gente, pero también sé que en gran parte me defraudo a mí misma, lo que significa que algo tiene que cambiar, pero todo está en la rueda en todo momento. Tengo que seguir recordándome que yo pedí esto, que me encanta. Intento encontrar un equilibrio para sentirme realizada cuando me presento a algo, para no sentirme culpable”.

También ha significado que algunas de sus otras pasiones hayan tenido que esperar. De hecho, ha pasado tanto tiempo desde Anti, el álbum más reciente y venerado por la crítica de Rihanna, de 2016, que podría decirse que los miembros de la Generación Z y posteriores ni siquiera piensan en ella como una artista musical, sino más bien como una omnipresencia empresarial y cultural. Su música hace que incluso sus fans más acérrimos se conviertan en sus críticos más duros, impacientes por la espera de nueve años para un nuevo álbum. Hace poco, volvió a escuchar Anti, extrayendo su propia música casi como una fan más que como su voz.

“Escucho Anti de arriba abajo sin pena”, dice. “Antes siempre me daba vergüenza. De hecho, no me gusta escuchar mi música, pero Anti... puedo escuchar el álbum. No soy yo quien lo canta, si sólo lo escucho. Es el único álbum en el que puedo tener una experiencia extracorpórea en la que no es como... Ya sabes, cuando oyes tu voz en un buzón de voz, y es como, ‘Ugh’”.

El tiempo que pasa con su música refuerza el rumbo que quiere seguir. “Creo que la música es mi libertad. Acabo de darme cuenta de ello. Acabo de descifrar el código de lo que realmente quiero hacer en mi próximo trabajo. Me siento muy bien al res- pecto. Sé que no he dejado de repetirlo a lo largo de los años”.

Ha habido muchos rumores sobre la dirección estilística de R9, el nombre que los fans han dado al esperado disco. En 2018 se rumoreó con un álbum de reggae, aunque ella se apresura a desmentirlo: “¡Muy lejos! Ahora no hay género. Por eso he esperado. Cada vez me decía: ‘No, no soy yo. No está bien. No coincide con mi crecimiento. No coincide con mi evolución. No puedo hacer esto. No puedo hacer esto. No puedo interpretar esto durante un año de gira’. Después de un tiempo, lo analicé, y me dije, todo este tiempo alejado de la música tiene que contar para lo próximo que todo el mundo escuche. Tiene que contar. Tiene que importar. Tengo que mostrarles el valor de la espera. No puedo poner nada mediocre. Después de esperar ocho años, más vale esperar un poco más”.

Sin desvelar todos los detalles, afirma que se siente “muy optimista. Me siento bien. Me parece que va justo donde necesito estar, y lo quiero. Este cuerpo necesita salir a la luz y estoy preparada para hacerlo. Esto se está convirtiendo en mi nueva libertad, porque cuando estoy en el estudio, sé que el tiempo que paso lejos de mis hijos es para que florezca algo que no se ha regado en ocho años. He estado en el estudio los ocho años. Pero no me di cuenta. Lo estaba buscando. Pasé por fases de lo que quería hacer. ‘Este tipo de álbum, no ese álbum.’ Sé que no va a ser lo que nadie espera. Y no va a ser comercial o radiofónico, digerible. Va a estar donde mi arte merece estar ahora mismo. Siento que por fin lo he conseguido, chica”.

Hasta entonces, su nuevo papel consiste en convertirse en el rostro de la famosa fragancia J’adore de Dior. Rihanna trabajó por primera vez con Dior en 2015, cuando apareció en una campaña de moda como embajadora de la marca. Pero su relación con la marca se remonta mucho más atrás. “Mi primer contacto con J’adore de Dior fue mi madre. Ella vendía perfumes en una tienda duty-free. Venía a casa con los probadores cuando se acababan y tenían que sacar uno nuevo. J’adore era uno de esos que siempre estaban ahí. Y ahí empezó mi amor por J’adore”. Además, es divertido decirlo. Rihanna me enseña a decir el nombre de la fragancia como lo hace en los anuncios, en voz alta y sensual. Durante unos minutos, nos decimos “J’adore” la una a la otra.

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Top y shorts, DIOR

Fotografías de LUIS ALBERTO RODRIGUEZ
Styling de CARLOS NAZARIO

El rodaje de la campaña, fotografiada en el Palacio de Versalles, coincidió con la víspera de su 36 cumpleaños. Al filo de la medianoche, Rocky llegó y la sorprendió con los niños para celebrarlo. Mientras rememora un recuerdo sentimental, queda claro que se está tomando su tiempo para disfrutar de una vida que lleva décadas gestando y que su intimidad y la de sus hijos es primordial. “Quiero estar aquí durante toda su vida. Quiero que vean distintos ámbitos de la vida. Eso no se le concede a todo el mundo, así que es un regalo”.

“Envejecer es una mierda, pero también una bendición”, dice. La escucho atentamente. Después de todo, en toda la imprevisibilidad de su singular vida, ha hecho realidad sus sueños de domesticidad, y conoce su santidad. “Mi legado es ahora mismo. Es sobre lo que tengo más control. Hay cosas que no controlo. Mi legado es lo que hago con mi tiempo en este momento. ¿Cómo estoy presente con la gente que me rodea? ¿Cómo soy agradecida? ¿Cómo hago de éste un momento feliz? ¿Cómo estoy creando un recuerdo? Incluso estoy en el espacio de no gastar mi dinero en cosas, pero gastaré mi dinero en una experiencia. Eso es algo que nadie puede quitarme. Alguien podría robarme ahora mismo todo lo que tengo, (pero) nunca me quitará un recuerdo, una experiencia, una sensación, un aroma que me recordó ese momento. Hay cosas que significan más cuando creces”.

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