Christopher Kane vuelve a sus orígenes con su nuevo proyecto

Descubre cómo este célebre diseñador ayudó a plasmar la historia real de Janet Harbinson en el cortometraje The Spirit of 1926.

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A lo largo del tiempo, encontramos muchas historias de personas que consiguieron cosas increíbles, pero que nunca recibieron el reconocimiento que merecían debido a las limitaciones de su época. Janet Harbinson, conocida por el cariñoso apodo «Nettie», es ese tipo de persona y, en el cortometraje The Spirit of 1926, finalmente se le rinde homenaje a su silente heroísmo.

La película, creada por la famosa destilería The Macallan, es el resultado de una colaboración de lujo entre algunos de los mejores artistas del Reino Unido, desde el director Mike Newell y la actriz protagonista, Emily Mortimer, hasta la banda escocesa Simple Minds y el diseñador de moda Christopher Kane, también escocés.

The Macallan consideró que este diseñador, encargado de crear los hermosos trajes de época con los que Harbinson da vida en la pantalla, era perfecto para el trabajo gracias a los valores que le caracterizan: su consagrada destreza, la calidad y la artesanía.

La película arranca con Harbinson al frente de The Macallan tras la repentina muerte de su marido y director general, Alexander Reid. Fue mientras ella estaba al mando de la destilería, en 1926, cuando creó, sin planearlo, la botella de whisky más valiosa jamás vendida en una subasta. Muchos expresan que fue producto de la valentía que demostró en su trabajo y su firme convicción de hacer lo correcto, no solo para sí misma, sino para toda una comunidad.

Si tenemos en cuenta que la historia de Harbinson pertenece a Escocia, era lógico que fuera un escocés como Kane quien ayudara a contarla. De hecho, los recuerdos de infancia de Kane, que creció en Newarthill, un pueblo de clase trabajadora cerca de Glasgow, están entrelazados con la propia nostalgia de la marca The Macallan.

«Al ser escocés, el whisky siempre ha estado muy presente», nos cuenta. «A mi padre y a mis tíos les apasionaba. A día de hoy, el olor de los distintos tipos sigue fresco en mi memoria».

Aunque Kane desconocía cuál había sido el papel concreto de Harbinson en el crecimiento de la empresa licorera, se enamoró enseguida de su historia y quiso ayudar a darle vida. «Enterarme de su determinación para tomar las riendas del negocio tras la muerte de su marido fue muy inspirador. Hacía falta mucho valor, resiliencia y fortaleza», comenta Kane. «Estaba muy adelantada a su época».

Kane explica que, aunque en sus trabajos actuales suele evitar las referencias históricas, este proyecto le permitió utilizar tejidos tradicionales, como el encaje, el tweed y la lana, sin dejar de añadir su sello, único y distintivo. «Tenía claro que no quería cosas cursis», comenta. «La cultura escocesa puede ser un regalo y, a la vez, una maldición; la línea que separa ambas cosas es muy fina. Y por mi propia educación, sé cómo hacer que funcione. Mi idea era que las prendas hicieran alusión al arduo trabajo, al brezo que crecería alrededor de la finca y a los fríos inviernos, que exigiría llevar pesadas prendas de punto».

Kane admite que una de las cosas más especiales del proceso de diseño fue la manera en la que le hizo reconectar con Escocia, tras llevar en Londres desde el año 2000. «He pasado más tiempo aquí [Londres] que en Escocia, pero sigo sintiendo cariño por mi tierra. Lo que más me gusta es el sentido del humor», confiesa. «Trabajar con The Macallan me ha acercado más a Escocia. Los viajes a la finca y a la destilería son diferentes cada vez que vas, en función de cuál sea la época del año. Es un lugar precioso, de cuento de hadas».

Kane también estableció paralelismos entre la ética de trabajo de Harbinson y la suya propia; una ética que dice que le inculcaron desde niño las mujeres más importantes de su vida. Y reflexiona: «Crecí rodeado de mujeres: mi madre, mis abuelas, mis tías, mis hermanas. Ellas me enseñaron lo que era la vida y todo eso ha ido dándole forma a mi manera de trabajar».