“Con ese nombre, seguro que es japonés”, exactamente... El origen del concepto se ubica en Japón, aunque también se usa en China. Significa algo así como: mejora constante (que se consigue poco a poco), y va en relación a un método que se adopta en Japón para incrementar la productividad. Y eso no significa que implique trabajar más, sino de una manera diferente, se basa en conseguir los mismos objetivos que te has propuesto (en cualquier sentido) pero reeducando a tu cerebro para que te cueste menos.
“Pues quien algo quiere, algo le cuesta”, pensarás. Siempre nos han dicho que para adoptar y mantener un nuevo hábito tenemos que encontrar una motivación. Por ejemplo: salgo a correr para estar en forma. Estar en forma es mi motivación, por eso salgo a correr. Entonces tú, con ese mantra, sales dos días y luego, uno de los siguientes te abruma la pereza, la vida se te complica y te quedas viendo Netflix.
Y ese día disruptivo es determinante, porque total, observas que no te estás poniendo en forma, entonces salir a correr, a parte de darte pereza, no funciona. Y eso es lo que le pasa a un gran porcentaje de la población, que dejamos los propósitos a medias. Dicen que los humanos somos curiosos por naturaleza, pero también somos vagos. Todos. Qué se le va a hacer.
Pero ahí es cuando llegan los japoneses con otra de sus técnicas y hacen que nos replanteemos la vida. Porque ellos son humanos también, pero tienen cursos.
Aplicar el método Kaizen sugiere olvidarnos de las motivaciones para crear un hábito y centrarnos en construir el hábito a través del mínimo esfuerzo, pero que haya esfuerzo. Es decir, si con el ejemplo de salir a correr, te da mucha mucha pereza llevarlo a cabo, no hace falta que salgas 20 o 30 minutos, si es lo que tenías en mente. Con 5 será suficiente. Si piensas que no es nada, te equivocas, porque lo que estás haciendo es acostumbrar a tu cuerpo y enseñarle a adoptar ese hábito, por poco que hagas.
Además, el Kaizen sostiene que, si te cuesta todos los días hacer algo, con dedicar solo un poco de tiempo a ello, puedes educar a tu cerebro y terminar haciendo que te acostumbres, en más o menos tiempo, pero la cuestión es que se puede conseguir.
Y se puede aplicar a cualquier cosa. Desde dejar de fumar o hacer ejercicio, que son las típicas, o contestar e-mails (¿qué mails?), escuchar notas de voz atrasadas o whatsapps que te dan pereza gestionar. Cada día un poco. Esa es la regla.