¿Acaso tú también tienes el síndrome del ‘amor perfecto’?
No soporto a las parejas perfectas (travel couples les dicen) de Instagram. Quémenme en la hoguera, táchenme de hater, de envidiosa, no me importa. Mi disgusto se basa en cómo retratan (ejem, presumen) su relación.
La idea que dan al mundo de que se puede aspirar a un amor deluxe o extraordinario con escapadas a países y hoteles de gran turismo, fin de semana en yates, propuestas de matrimonio que involucran casi la misma producción que la escena de una rom-com… Tanto se ha criticado al síndrome de la Princesa de Disney que ignoramos que el del amor perfecto en Instagram nos ha afectado igual.
Por: DAFNE RUIZ
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Qué es el síndrome del ‘amor perfecto’
Parece una cruel competencia.
The Hunger Games versión Insta en los que se debe hacer todo por el ‘gram’ para ver cuál pareja logra el más fulminante “in your face” (Nadie nos puede detener, tú y yo contra el mundo), con posts acompañados de captions y hashtags tan cursis (y hasta tóxicos) como el trillado #goodvibesonly.
La diferencia es que los únicos que mueren -en varios sentidos- son los seguidores, así como las que nos topamos con este tipo de contenido por culpa de un desliz o por fallas en el algoritmo.
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La vida perfecta en Instagram lleva años afectando a millones de mortales
En 2017, la revista Time publicó el artículo“Why Instagram Is the Worst Social Media for Mental Health”. El poder de devastación del ‘combo pareja’ es sin duda mayor. Si de por sí ver qué bien lo pasan varias personas que usan con gran alegría el #singlelife mostrando su nuevo Lambo, las que de verdad desean encontrar el amor se enfrentan con referencias tan inalcanzables que duelen, hacen perder la fe desde la comodidad de la cama o el sillón.
Después de eso, ¿acaso vas a conformarte con el hombre promedio en Tinder?
El otro conflicto es que la pareja parece salida de un comercial de Hugo Boss o de Dolce & Gabbana. Ya no solo sus aventuras y viajes son top sino que sus cuerpos han sido prácticamente tallados por los dioses, respondiendo a los estándares/cánones de belleza que por lustros se han intentado cambiar o abolir.
Para nada estoy diciendo que esté mal que cuiden su apariencia física, solo es importante hacer hincapié en que lo aspiracional es un arma de doble filo, sobre todo para los muy jóvenes.
Mucho body positive, pero ellas lucen como muñecas de la misma fábrica: La de Barbie. Por no decir que pudo tratarse de clonación (porque sería muy difícil diferenciar o identificar por nombre a todas si participaran en un concurso), pues nos les importa compartir las mismas extensiones, las larguísimas pestañas, el mismo tamaño de labios, mismo estilo de uñas, mismos outfits y hasta casi los mismos novios (porque ellos también tienen más de un común denominador).
Respecto a su contenido, estoy cansada de las fotos en las que él toma la mano de ella (“sígueme”); de la que él la levanta con sus brazos como si fuera Ryan Gosling en The Notebook o Crazy, Stupid, Love; ella viendo hacia el horizonte, él detrás de ella, cuidándola (suena Every Breath You Take); y sobre todo, de las que parecen pósters de película como el de The Last Song con Miley Cyrus. Vaya, ya ni hablar de las que publican en los destinos y spots que son trendy.
Es como ver un film veinte veces.
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Entiendo que el leitmotiv de las Couple Instagram Influencers sea lo maravilloso del amor en pareja, pero lo noto tan forzado, tan posado, que al mismo tiempo que me hacen sentir más sola que Bridget Jones en su primera película, también pienso que la verdadera esencia del amor esté ausente en cada impecable foto.
No veo a Kim Kardashian en couple mode con Pete Davidson, tampoco a Victoria (Posh Spice) con David Beckham. La lección es que dichas celebridades no viven de ni para una cuenta en esa ni ninguna red social de Meta.
Todo mundo coincide en que en Instagram se muestra solo la parte bonita, que no sabemos qué pasa exactamente tras bambalinas del show de estas fascinantes criaturas.
Lo que me queda claro es que con tantos viajes y estancias de cortesía (porque esa es la realidad en general), vale la pena fingir que el amor sí puede ser perfecto.
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