La lista de invitados a la Met Gala puede sonar casi tan exclusivo como el propio evento, por eso no sería de extrañar que un personaje de la talla de la princesa Diana haya resonado tanto hasta la fecha. Fue en 1996 que Lady Di sorprendió al público con un vestido de John Galliano en su colección debut como director creativo de Dior, con el que robó miradas, corazones, y marcó una tendencia que hoy día seguimos usando.
El icónico look de la princesa Diana en la Met Gala de 1996
La Met Gala de 1996 fue un evento histórico por varias razones. Primero, fue la primera vez que el Instituto del Vestido organizó una exposición en honor a un diseñador individual, Christian Dior. Segundo, marcó la primera vez que un miembro de la realeza, la princesa Diana, asistió al Met Gala.
La asistencia de Diana causó bastante revuelo. Recientemente se había divorciado al príncipe Carlos, y su presencia en el Met Gala fue vista como una declaración pública de su independencia. Su vestido, un slip dress satinado en color azul nocturno con detalle de encaje diseñado por John Galliano para Dior, también fue un cambio respecto a su estilo habitual y fue ampliamente considerado como un “vestido de venganza”.
En cuanto a un juego icónico de joyería, Diana no defraudó. Llevó el afamado collar de perlas y zafiros de siete hilos,n regalo de bodas de la Reina Madre, y la pieza comenzó inicialmente como un broche. La princesa primero usó el broche de manera tradicional para compromisos tempranos, como la visita de Estado Holandesa en 1982 (allí lo combinó con un hermoso collar de perlas japonés de cuatro filas prestado por la reina y la tiara Lover’s Knot de la teina Mary). El collar también acompañó a la princesa Diana cuando aceptó su Premio Humanitario del Año en Nueva York. La última vez que se vio esta impresionante pieza en público fue en el Met Gala en 1996.
Otros asistentes destacados en el Met Gala de 1996 incluyeron a Liz Tilberis, entonces editora de Harper’s Bazaar, quien fue la acompañante de Diana y Donatella Versace.
El Met Gala de 1996 es recordado como un punto de inflexión en la historia del evento. Ayudó a solidificar la reputación del Met Gala como un importante evento de moda y también contribuyó a convertir a Diana en un icono de la moda.