Según dicen los expertos, con cada cambio de estación, se nos antoja cambiar de perfume. Muchas veces nos perfumamos según el mood del momento. El sentido del olfato está íntimamente vinculado a las emociones, y supuestamente existe una psicología de los olores que está ligada a nuestras experiencias vitales. Eso y también las ganas de siempre probar algo nuevo, nos provocan esas ganas de querer cambiar de perfume.
El perfume y todo lo que hay detrás
Siempre hay quienes encuentran ‘su olor’ y lo convierten en parte de su identidad. Pero, en realidad, el gesto de perfumarnos, como otros rituales de belleza, tendemos a cambiarlo según las circunstancias. Con la llegada de la primavera y el verano nos gusta la compañía de los aromas más enérgicos, ligeros y frescos, mientras que en otoño, optamos por fragancias más relajantes, o en invierno agradecemos los olores más cálidos.
“La práctica de cambiar de perfume cuando suben las temperaturas es incuestionable y compartida en todo el planeta”, asegura el perfumista Lorenzo Villoresi.
El clima va cambiando y el cuerpo pide composiciones ligeras con notas frescas, de acentos acuáticos, aromáticos o cítricos.
¿Por qué queremos cambiar de olor?
“Las fragancias, al igual que la moda, siguen tendencias que cambian según la época histórica en la que vivimos”, sentencia Sophie Vann Guillon, CEO de Valmont.
Podría parecer que tu perfume no huele igual en verano que en invierno. Sin embargo la fragancia no cambia, la que cambias eres tú: es nuestra piel la que varía para adaptarse a los cambios de estación.
La conclusión es que si nos gusta cambiar de perfume es porque tal vez un olor cálido en verano nos resulta un tanto pesado y empalagoso, y por otro lado, una fragancia fresca en invierno puede no durar tanto como nos gustaría. Sin embargo, en el mundo de los perfumes no hay reglas. El perfume que elijas tiene que hacerte sentir cómoda, debes sentir que el olor es parte de ti y de tu personalidad. Sigue leyendo...
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