Aquellos que crecieron con los últimos gritos de moda de los 90 lo entenderán. Cinco amigas y una canción: el famosísimo Wannabe de las Spice Girls se convirtió en el tema favorito de recreos y reuniones de amigos en las que se aprovechaba la menor oportunidad para cantar eso de “I’ll tell you what I want, what I really, really want”.
El papel de la que todos querían ser OBVIAMENT era el de ‘POSH'; la segunda, la patriótica que se vestía con los colores de la bandera inglesa; la tercera, una fan confesa del animal print; la cuarta, la rubia de las coletas, y la última, la deportista. Vamos, la que iba enfundada en un chándal 24/7.
¿CHÁNDAL? Sí, ese conjunto deportivo que se ha convertido en un MUST para todo amante de la moda, ¡y qué bendición! Comodidad y estilo en dos piezas.
Dos décadas después bien podríamos decir que esas cinco tendencias siguen triunfando. Sin embargo, el look athlesiure es el que rige en las pasarelas y que ha vuelto por la puerta grande después de un largo tiempo en la penumbra en el que ha sido tachado de poco elegante, ‘fodongo’ y un largo etcétera de calificativos que lo han convertido en algo poco menos que innombrable. Ni que fuera Lord Voldemort.
Y ya no solo se lleva para pasarse el día haciendo planchas y abdominales. ¡Si hasta la mismísima Kate Middleton se ha enfundado en uno alguna que otra vez! Sí, la elegancia no tiene por qué estar reñida con la comodidad.
La culpa de esta vuelta tan poco esperada la tienen las firmas de lujo y semilujo, porque son pocas las que aún no han caído rendidas encantos. Alexander Wang, por ejemplo, lo ha versionado en algodón gris y lo combina con salones de tacón en blanco; MSGM y Undercover se decantan por el clásico modelo con chaqueta de cremallera y de inspiración paracaidista (ideal para, literalmente, saltar a la calle); Dolce & Gabbana apuesta por el terciopelo y Naeem Khan juega a sitarlo a medio camino entre el día y la noche jugando con ornamentos florales en negro que simulan ser encaje.
La vuelta del chándal a la calle, que desde que apareció a finales del siglo XIX vive en un constante bucle de amodio (mitad amor, mitad odio) responde a mucho más que el simple hecho de estar de moda. En sus orígenes se utilizó como una prenda de abrigo; en los 70, 80 y 90 su función era visual y años después cayó en el olvido. El boom de estilos musicales como el trap (que ha hecho de él su particular uniforme), la expansión del streetwear o el creciente interés de la sociedad por lo feo son tres de las razones que explican que el traje de deporte haya traspasado las fronteras de lo meramente deportivo.
Los códigos de vestimenta parecen haber mutado con el paso de los años. En sus inicios, “su función principal era proteger del frío de los mercados, que siempre eran al aire libre. Cuantas más letras y colores tenga, mejor. Deja de ser una prenda pensada para abrigar para ser una pieza para ir de fiesta”.
Así, nos encontramos con que en toda esta nueva ola chandalera abundan el bling-bling los bordados y los brocados más barrocos, las lentejuelas o materiales como la pana o el terciopelo.
Son muchas las que han elegido el traje de deporte para pasearse por las calles de las principales semanas de la moda. La editora china Leaf Greener, por ejemplo, lo combina con un abrigo rojo de aire futurista, mientras que la nórdica Sophia Roe se decanta por unas sandalias planas. Conjugar una prenda tan deportiva con elementos más festivos (bolsos lady o de mano y tacones) parece ser a opción más factible.
https://www.instagram.com/p/Bny3OXSnoax/?utm_source=ig_embed Una de las celebs que ha tenido menos reparo en enfundarse un chándal a la mínima ha sido Gigi Hadid. Tampoco la italiana Chiara Ferragni, que saca a relucir su colección cada poco tiempo, especialmente cuando va a hacer largos viajes en avión. Comodidad lo llaman.
