¿Está pecando la moda de ser demasiado excesiva?

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Ese “más es más” que Fangoria canturreaba allá por 2009 parece haberse convertido en mantra fashion en los últimos tiempos. Y es que la moda no se anda con chiquitas: los vestidos de princesa se combinan zapatos de inspiración rococó, las ugly sneakers se llevan con plumíferos de dimensiones contundentes, las blusas se llenan de brocados, los chándales se pintan con logotipos de todos los tamaños y los ponchos se convierten en una suerte de batamantas y se atavían con flecos, bordados o plumas (¡o todo junto!). Aquel minimalismo con el que hicieron escuela en los 90 algunos de los diseñadores más prestigiosos de América parece no tener cabida en una era en que los likes y los followers marcan qué (y cómo) se lleva.

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PROPUESTAS DE GUCCI Y JUNYA WATANABEIMAXTREE

Una imagen y mil palabras que poder decir. Si hay una colección que ejemplifique este despunte de lo exagerado esa es la que Joseph propuso para la primavera-verano 2017. Entre las propuestas, un look creado a base de la superposición de todo tipo de jerséis, camisetas y faldas, con una modelo convertida en una especie de silla donde dejas toda la ropa y que no encuentras el momento de colocar. La perfecta metáfora en los que se ha convertido la moda: un espacio en el que tienen cabida todas las tendencias y que, a día de hoy, van todas juntas. Y revueltas.

En un momento en el que las redes sociales mandan, quedarse con una única tendencia ni se nos pasa por la cabezas. Así, como explica la Directora Científica de Moda del IED Barcelona e historiadora de Moda Pilar Pasamontes, surge el concepto de ‘fusión’. “Ahora está muy presente esta nueva tendencia de mezclar todos los estilos en uno: poligoneros, reguettoneros, pijos, raperos que mezclan Alta Costura de Delacroix con Adidas”..., dice. Vamos, que el mejor ejemplo sería el que vemos en cada uno de los videoclips de la cantante Rosalía, que fusiona la estética trap con puntos de los primeros 2000 (‘Con Altura’) o con la estética dominatrix (‘Bagdad’).

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Asegura la experta que este boom de lo más histriónico responde, principalmente, a un efecto balancín. “El mundo de la moda es un zig-zag. Siempre pasamos del minimal al maximal. Es normal, la gente se aburre de cualquier cosa y mientras hay momentos en el que hay que sacárselo todo, de golpe ahora debemos mezclarlo todo: estampados, cuadros, texturas, complementos…”, cuenta. Sí, después de todo esto tiene toda la pinta que tendremos que desempolvar del armario las prendas con cortes limpios, patrones simples y que tengamos que decir ‘adiós’ a las plumas, los volantes o los bolsos con forma de cabeza de Mickey Mouse que propone Gucci para esta temporada.

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Con la lupa puesta en los prolíficos años 80 (que desde que tuvieron lugar ya se han revisitado en, al menos, cinco ocasiones), las tendencias más exageradas de la década han vuelto a primera línea fashion. Hombreras marcadísimas, vestidos de lentejuelas para todas las ocasiones, tejidos brillantes como el lamé, motivos estridentes... Sí, el decenio más ímprobo de la historia tiene los ingredientes para pasar de todo menos desapercibida.

Uno de los reyes de ese maximalismo es el Gucci de Alessandro Michele. La llegada del diseñador a la casa italiana en 2014 dio un vuelco a sus diseños, volviéndolos más teatrales y dramáticos, pero convirtiéndolos en verdaderos objetos de deseo. También Balenciaga, cuyo capitán Demna Gvasalia (acusación de apropiación cultural mediante) ha hecho de ella una de las casas favoritas de los millennials. Off-White (máquina para crear hits en la calle), Comme des Garçons o Vetements son algunas de las marcas que destacan por no abrazar en exceso los placeres del minimalismo.

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Quizá por todo ello el camp (en palabras deSusan Sontag, “una manera de mirar al mundo como fenómeno estético”) se ha convertido en el tema a tratar en la mangánima gala y posterior exposición anual que el MET dedica a la moda. Inaugurada el primer lunes de mayo (en esta ocasión, el día 6), este año la muestra contará con diseños de aire historicista, cargados de detalles y muy llamativos.

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GUCCI ES UNA DE LAS MARCAS QUE MÁS HA HECHO POR ESTE BOOM

Si, como defendía el sociólogo Gianfranco Morrá, “la moda es un reflejo de la sociedad”, ¿que será lo que dice de nosotros lo que vestimos? “Es un reflejo del nuevo rico, que nunca había consumido nada de moda y de repente tiene dinero y quiere vestir a la última y ser obvio”, analiza la experta. Así, los logotipos de camisetas, sudaderas o bolsos se han vuelto gigantes y los hits más icónicos de las marcas (el 2.55 de Chanel o el Dionysus de Gucci) han alcanzado cotas de ventas altísimas. ¿Es la ostentación la verdadera tendencia del mundo moderno?

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