La industria de la moda es la segunda más contaminante del planeta.
En los últimos años ha multiplicado su producción, y ha pasado de producir, de dos temporadas, a más de seis, para ofrecer cada dos meses nuevas piezas y tendencias a un consumidor que tira la ropa en la mitad del tiempo que hace 15 años.
“Vivimos en una sociedad meramente consumista y todo este consumo excesivo provoca altos niveles de contaminación”, afirma Judit Barrullas, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.
La industria de la moda, ¿dejará de quemar sobras?
Las tendencias de moda de hoy son la basura de mañana; un círculo vicioso en el que la producción de ropa ha alcanzado un nivel insostenible. La presión del mercado ha potenciado la ‘fast fashion': consumo rápido y compulsivo, de duración mínima. ¿El resultado? La facturación se ha duplicado en los últimos 15 años y alcanza ya los 100 mil millones de prendas en todo el mundo.
Ya no hay sitio en las estanterías de muchas firmas comerciales, que han pasado de tres o cuatro colecciones al año a cambiar los modelos casi cada dos semanas
Durante muchos tiempo, la solución era vender los productos que no se habían vendido en la temporada a bajo costo en las propias tiendas del fabricante (outlet) o enviarlos a mercados emergentes con organizaciones no gubernamentales. Una fórmula aceptable para las empresas de consumo general; no obstante, no lo es para las marcas más lujosas, que se han dedicado durante años a quemar las carísimas colecciones que no logran vender.
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Un secreto a voces
La firma británica Burberry confesó que llevaba haciéndolo, al menos, los últimos cinco años. En 2017 envió al crematorio piezas sin estrenar por un valor cercano a 35 millones de euros.
«Era un sucio secreto. Burberry era solo la punta del iceberg», sentenció Greenpeace Gran Bretaña Lu Yen Roloff.
“Todas lo hacen, pero ninguna lo confiesa”, aseguran. Lo peor de todo es que la industria de la moda y sus incineraciones pasan desapercibidas.
El cuidado ambiental ha sido un tema recurrente en los últimos tiempos y ya llegamos tarde a la discusión preventiva. Ahora es el momento de actuar.
La industria de la moda es responsable del 20 % de las aguas residuales y del 10% de las emisiones de dióxido de carbono. Es la segunda más contaminante en el mundo, después del petróleo.
¿Por qué terminan quemando la ropa que no venden?
Luego del proceso de producción y de distribución, la mercancía se expone en una boutique para la venta, ¿y lo que no se vende?
Vender a precio de remate no es una opción, pues tratándose de marcas de lujo, pueden poner en riesgo su clientela, que en ciertos casos busca exclusividad. Por eso, reducir el precio implicaría que más personas podrán acceder a comprar dichos artículos, y el prestigio y la exclusividad de la marca podrían ponerse en tela de juicio por sus compradores habituales. Louis Vuitton reconoció haber quemado bolsos para mantener su exclusividad, asumiendo el costo de la pérdida de la mercancía
¿Qué sigue?
La iniciativa climática de la moda actualizó sus ambiciones y la industria de la moda se compromete con los compromisos climáticos. La Carta de la Moda de las Naciones Unidas actualizó sus objetivos para reducir drásticamente las emisiones al final de la década. Con la carta actualizada, los suscriptores deben comprometerse a alcanzar emisiones netas cero a más tardar en 2050. De lo contrario, tendrán que establecer objetivos basados en la ciencia en los próximos 24 meses. Para lograr lo anterior, dejar de quemar los productos que no se vendieron resulta ser una acción urgente. Sigue leyendo...
La industria de la moda se compromete aún más con la crisis climática
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