En toda su grandiosidad exótica, la icónica editora de Harper’s Bazaar Diana Vreeland sólo se equivocó en una ocasión. Y eso fue cuando utilizó la aburrida frase “la elegancia es rehusarse”, sobre todo si hablamos de iconos de estilo. ¡No, no lo es! Y definitivamente no lo fue para ella misma, quien sabía que adoptar lo inesperado —por ejemplo, uñas rojo nochebuena, o eclécticas chaquetas chinas— era una mejor manera de garantizar la inmortalidad en la moda que un guardarropa lleno de ropa apropiada. Rehusar es como cuando se frena a un caballo, mientras que, como todo mundo sabe, la ágil Slim Keith y la deportiva C.Z. Guest llegaron a la lista de las mejor vestidas por la frescura y facilidad con que portaban la ropa casual... no por ser señoras de sociedad aburridas. Relacionado: “10 musas que desbordan estilo” Entre la panoplia de mujeres de los siglos XX y XXI que han dejado una marca indeleble como iconos del estilo, el factor vital es tener una firma, ya sean los lentes de tamaño exage- rado de Jackie O o la combinación de falda y suéter negro de Gloria Guinness (la expresión alta costura de su origen mexicano). Aunque la Duquesa de Windsor haya cambiado su acicalado look de los años 30 para adoptar el nuevo look de Dior, nunca abandonó su suave cabellera negro azulado, lo que sugería que a final de cuentas era una geisha.
Esa fidelidad y consistencia en estilo (como Aerin Lauder y flats tipo ballerina) no es lo mismo que lucir “clásica”, lo que puede ser un insulto en el mundo tan cambiante de la moda. Cecil Beaton, el fotógrafo y agudo comentarista de sociales, habla de lo prohibido del abandono y de la conformidad en su libro The Glass of Fashion. Publicado en 1954, en el punto alto del glamour de posguerra, abarca figuras de la moda tan diversas como la estadounidense Lady Emerald Cunard, quien enmarcó su pelo amarillo canario con un loco vestido de Paul Poiret con cola doble y remaches color arena, y Audrey Hepburn, otro de los iconos de estilo del siglo XX y XXI, a quien Beaton llamaba “un espíritu perturbado” pero cuya elegancia femenina, resaltada por Givenchy, sigue luciendo moderna ahora. ¡Ah, la modernidad! ¿El lucir moderno será otro ingrediente crucial para estar a la moda? ¿Permitirá seguir teniendo un estilo personal o construir iconos de estilo como en el pasado? En una ocasión observé a Azzedine Alaïa probándole un vestido de coctel negro ajustado a Sofia Coppola para el festival de cine de Cannes. El diseñador, con alfileres en la boca y con la mirada puesta hasta en la más pequeña costura, podía haber estado en una prueba de vestido en los años 50 o incluso los 30. Estaba canalizando la “simplicidad metódica” de Mrs. Reginald “Daisy” Fellowes (quien fue editora de Harper’s Bazaar en París de los años 30), a quien todas deberíamos de admirar por inventar la chaqueta de esmoquin con lentejuelas. Relacionado: “Musas del cine y su elegancia trascendental” Pero Coppola, con su peinado casual, hizo que el vestido fuera suyo, así como siempre lo ha hecho con un guardarropa lleno de abrigos y vestidos que bien podrían ser vintage de su buen amigo Marc Jacobs. Y, ciertamente, la modernidad era lo que buscaba Gloria Guinness, con su “perpetua juventud y elegancia fácil”; aunque, elocuentemente, en los años 60 escribió para Harper’s Bazaar una sátira en contra de la minifalda cada vez más corta. Tal vez no tenía la edad ni las piernas para verse bien en minifalda. O tal vez recordó el famoso insulto en la obra An ideal Husband, de Oscar Wilde: “Eres remarcablemente moderna, Mabel. Tal vez demasiado moderna. Nada es tan peligroso como ser demasiado moderna. Uno es propenso a lucir pasada de moda muy repentinamente”. ¡Ouch!
La otra Hepburn —Katharine— creó el mejor look masculino casual antes de que el look andrógino fuera reinventado como high fashion. Ella y Lauren (Betty) Bacall (quien Slim Keith vio en la portada de Bazaar de marzo de 1943 y luego presentó a su entonces esposo Howard Hawks para que protagonizara su película To Have and Have Not) fueron las afortunadas sucesoras de Coco Chanel como icono de estilo, quien está indiscutiblemente en todas las listas de las mejor vestidas. Pero Chanel pertenecía a una era distinta, cuando una mujer tenía que complacer al hombre así como a sí misma, aunque su propia poción de una parte de seducción por dos de funcionalidad era difícil de lograr. Los “cisnes” de Truman Capote eran deliciosas y delicadas criaturas que iban cambiando maridos mientras escalaban el árbol de la riqueza. Una de ellas, la futura Babe Paley, tenía dos hermanas, una se casó con un Astor (y luego se lo pasó a la elegantemente famosa Brooke) y la otra se casó con un Roosevelt, y luego con un Whitney. La hermandad supuestamente logró acaparar una fortuna de 125 millones, en la época en que eso era dinero de verdad, ¡y no un montón de acciones y bonos!
Entonces, ¿tienes que ser sumamente rica para estar entre las mejor vestidas o un icono de estilo? Ayuda si tienes buen gusto así como dinero. L’Wren Scott es una de las mujeres de Mick Jagger (pensemos en Bianca, Jerry Hall, y la hija de Mick, Jade) que saben exactamente cómo quieren verse. Su línea de ropa tiene un encanto suntuoso en colores ricos y oscuros y en formas estrictas y arquitectónicas. Pero sus famosas piezas de joyería de diamantes son lo que le dan la identidad personal extra. Kate Moss, tanto en su glamour grunge personal como en la ropa barata y alegre que creó para Topshop, parece ser la prueba viviente de que si tienes estilo, puedes estar hasta las rodillas en lodo con botas de hule y shorts, y lucir fabulosa. La mayoría de las modelos —y esto sucede desde los años 50, cuando Dovima posó para Richard Avedon en un vestido Yves Saint Laurent para Dior acompañada por una manada de elefantes— tiene una intrínseca personalidad de moda que incluso las prendas más feas no pueden ocultar. Veámoslo como calidad de estrella y gracia interior. O, en el caso de Linda Evangelista, es una presencia audaz que hace una pose irresistible. Relacionado: “Diane Von Furstenberg en persona” ¿Los iconos de la moda —aquellos que han descubierto un estilo y que lo han adoptado como una segunda piel— tienen que esforzarse? ¡Por supuesto! El hecho de que Betty Catroux, la rubia angular que alguna vez estuvo unida por la cadera a Yves Saint Laurent, haya podido cambiar su alianza por Tom Ford y que haya podido seguir luciendo como sí misma, muestra la imposición de la voluntad de la moda. Y también está la forma en que Amanda Harlech, la inglesa magistral en tesoros vintage, pudo hacer que la ropa perfecta y plana de Chanel luciera como algo recién salido de un baúl ahora que es la musa de Karl Lagerfeld. Hay algunas reglas de hierro para poder ser la mejor de las mejor vestidas. Mantener el mismo cuerpo que tenías cuando empezaste tu vida en la moda hace que todo sea mucho más fácil, a diferencia, por ejemplo, de cuando Grace Kelly, con todo y su belleza clásica americana, subió de peso al convertirse en Princesa de Mónaco; o como el abuso de Marianne Faithfull que redujo su look pero no su voz.
Otra princesa, Lee Radziwill, hermana menor de Jacqueline Kennedy Onassis, ha mantenido sus hermosos pómulos estructurados y la silueta de niña que la hace lucir bien tanto en Valentino vintage como en un outfit de Marc Jacobs que compra en París. Las nuevas princesas, elegidas tanto por su inteligencia como por su look, parecen tener muy claro el look moderno vanguardista, como Marie-Chantal de Grecia, que agrega un toque de diversión a los clásicos. La Princesa Diana fue la primera, aunque nunca descubrió en realidad su identidad en la moda, mientras que la Reina Rania de Jordania es el más puro ejemplo de una mujer que puede utilizar la vestimenta típica de su país, un abrigo Dior, o jeans y lucir elegante. ¡Grandes iconos de estilo! La realeza, las celebridades, y las damas de sociedad tienen algunas cosas en común, en especial la habilidad para comprar la bolsa Bottega Veneta clásica perfecta y para pedir el mejor masaje en el spa. Cuando las bellezas americanas con sombrereras, como Slim Keith, fueron descritas en los años 50 como íconos de estilo “perfectamente limpios, sanos, brillantes y dorados”, puedes estar segura de que se esforzaron tanto como las mujeres de hoy para verse bien. Y las palabras de la duquesa de Windsor siguen siendo ciertas hasta el día de hoy: “Nunca puedes ser demasiado rica o delgada”.
Texto por: Suzy Menkes
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