La ropa de segunda mano también tiene su lado obscuro. Aunque donar nuestra ropa limpia nuestra conciencia, la práctica tiene un lado sombrío con enormes repercusiones ambientales.
¿Cuáles son los efectos de la ropa de segunda mano?
“Las playas bordeadas de palmeras en Accra, la capital de Ghana, alguna vez fueron un paraíso. Ahora, la arena está llena de prendas que se lavan por miles en las costas del Golfo de Guinea, una triste postal de nuestro consumo excesivo”.
Cada semana, un promedio de 15 millones de prendas de vestir llegan por barco, principalmente de Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido, pero también de China, Corea del Sur y Australia. Algunos de estos artículos llegan a los mercados para ser revendidos, muchos terminan en vertederos, donde finalmente son arrastrados por la lluvia a las vías fluviales e, inevitablemente, al océano.
“Estos envíos incluyen prendas no vendidas de varias marcas, pero la mayor parte proceden de nuestros propios armarios”.
Kantamanto: el lado obscuro de la ropa de segunda mano
“La mayoría de la ropa que se dona a organizaciones benéficas nunca ve el interior de una tienda”.
“En Renaissance, con sede en Quebec, casi el 50 por ciento de las más de 10 millones de toneladas de ropa recibidas el año pasado no se pudieron vender porque estaba en malas condiciones. Para deshacerse de su enorme excedente, la organización recurre a una red de socios que compran la mercadería para transformarla en trapos o rellenos o revenderla”, cuentan los expertos.
Tu ropa puede terminar en Kantamanto, el vasto mercado de segunda mano al aire libre por el que Accra es famosa. Aquí algunas prendas encuentran nuevos compradores. Pero, alrededor del 40 por ciento, terminará en basureros alrededor de la ciudad.
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“El problema es que es más barato enviar nuestros desechos al extranjero que pagar por su eliminación en un vertedero canadiense”, explica Kate Bahen, directora gerente de Charity Intelligence Canada, una organización que evalúa organizaciones benéficas para mejorar la transparencia en el sector.
Para los vendedores de Kantamanto, esta caída de calidad ha sido devastadora
“Por lo general, estos proveedores tienen los [medios] para restaurar artículos dañados, ya sea cosiéndolos, tiñéndolos o quitando manchas, y evitar que se desechen”, dice Liz Ricketts, cofundadora y directora de The Or Foundation, una organización con sede en Accra.
Esta es una organización estadounidense sin fines de lucro que hace campaña por la moda ética y sostenible en todos los niveles de la industria.
“Sin embargo, como la calidad de la ropa ha disminuido, el precio y los gastos han aumentado durante la pandemia; por lo tanto, los vendedores ya no tienen suficiente dinero para invertir en servicios básicos como reparaciones, limpieza y planchado”.
Este círculo vicioso tiene un impacto directo en las ventas y la cantidad de ropa que se desecha, que también va en aumento.
Antes, los artículos no vendidos generalmente se enviaban a un relleno sanitario administrado por el gobierno local, pero se incendió en agosto de 2019
“Dice mucho sobre las consecuencias ambientales de estos sitios, que contaminan la tierra, el aire y el agua, sin mencionar los efectos que tienen sobre los que viven cerca”.
La huella de nuestra ropa claramente continúa creciendo mucho después de haber salido de nuestros armarios. Los materiales sintéticos como el nailon, el elastano y el poliéster tardan décadas o incluso siglos en descomponerse, y en el proceso liberan cantidades considerables de metano, un gas de efecto invernadero que contribuye significativamente al calentamiento global. Sigue leyendo...
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